La FABNE adquiere y dona a la BNE el “Libro del Cavallero Christiano en metro compuesto por Juan Hurtado de Mendoça…”
No hay que confundir al poeta madrileño Juan Hurtado de Mendoza (ca. 1497-d. 1550[1]) con el autor de esta obra, un Juan Hurtado de Mendoza homónimo y desconocido[2], de quien en 1570 Andrés Lobato imprimió El Caballero Cristiano, obra de la que no se ha encontrado ningún ejemplar en España y que fue impresa de nuevo por Lobato en 1577. La escasa producción en Antequera de este impresor, sólo tres obras, lleva a afirmar que su trabajo se centró en obras de escasa entidad física y consumo generalizado; por otra parte, sus trabajos a partir de ca. 1583, ya en Lisboa, se consideran como “generalmente bastante imperfectos”[3].
El ejemplar donado consta de 139 h. en formato 8º (el fol. 137 falta y ha sido sustituido por una hoja facsímil). La encuadernación, en pasta valenciana, es moderna del s. XIX con tejuelo y nervios en el lomo; ruedas y hierros dorados en planos y lomo; y cortes dorados. El estado de conservación es bueno, a pesar de ser un ejemplar corto de márgenes, seguramente debido a la reencuadernación.
Un “libro de caballería a lo divino”
La obra pertenece al género literario, poco conocido, denominado libros de caballerías a lo divino; estos textos fueron publicados en España entre 1502 y 1601. A pesar de hundir sus raíces en otros textos medievales, estos libros del siglo XVI reescriben el género literario de los libros de caballerías, al que unen un buen número de narrativas clásicas, bíblicas y hagiográficas con la finalidad de crear un nuevo género literario híbrido.
Las narraciones caballerescas espirituales trataban de inculcar los principios de la religión y de la moral, mediante el formato de las ficciones caballerescas y la utilización de diversas formas de alegoría. Algunos fueron escritos en prosa y otros en verso. Este género de libros fue iniciado en España con El caballero del Sol de Pedro Hernández de Villaumbrales, publicado en 1552. Por lo general escritos por clérigos, estos libros tuvieron escasa aceptación y no lograron rivalizar con la enorme popularidad de los libros de caballerías profanos.
