El (no tan) lento proceso de precarización (privatización) de la Biblioteca Nacional
Hemos podido leer el caso de una serie de bibliotecas públicas de algunas ciudades que se ven amenazados no sólo por los bruscos recortes presupuestarios que azotan las administraciones públicas sino por la falta de voluntad política, por la falta de una mínima conciencia de la relevancia y del papel que juegan las bibliotecas en la sociedad y, en último caso, por falta de escrúpulos de los responsables públicos.
Además de constituir una amenaza presente y palpitante, estas situaciones constituyen un timbre que nos ha de poner sobre aviso acerca de lo que se nos viene encima.
Nosotros, como colectivo de Técnicos Auxiliares de Biblioteca de la BNE queremos pulsar otro timbre de alarma, por si alguno no lo había percibido ya.
La BNE, la otrora prestigiosa cabecera del Sistema Español de Bibliotecas, se encuentra desde hace tiempo enfrascada en una doble espiral que se retroalimenta y que se cierra, en última instancia, en un círculo fatal: su abierta política de precarización y de privatización.
Podemos entender este segundo proceso –el de privatización- como una consecuencia del primero –precarización-. Una estructura anquilosada en modelos de gestión arcaicos así como la carencia de cualquier tipo de estímulos y oportunidades y la ausencia de una adecuada carrera profesional para la mayoría de los empleados públicos de la casa provocan un éxodo masivo de profesionales que se llevan con ellos su experiencia, su formación y sus conocimientos.
Estos huecos, que se producen continuamente, son cubiertos a base de personal subcontratado a empresas cuyas condiciones laborales son, en ocasiones y por decirlo con suavidad, bastante discutibles y que condenan tanto al personal, como a la Institución, como a los usuarios, a una eterna situación de provisionalidad y a un descenso evidente en la calidad tanto del empleo como de los servicios. En este caso, como en la mayoría, la ecuación privatización-mayor eficiencia económica-mayor eficacia contiene más mito y falacia que realidad: el resultado es un sobrecoste para la institución (llamémosle ciudadano, que ya es hora) y amplios beneficios para empresas que monopolizan el sector y que imponen condiciones cainitas a sus trabajadores.
Este imparable (hasta el momento) proceso de precarización y privatización de la BNE, como todos aquellos que se producen en aquellos espacios dominados por el autoritarismo de la rentabilidad económica a toda costa, constituye una realidad de consecuencias imprevisibles, sobre todo en cuanto a que su efectividad no se sustenta tanto en las voces que defienden visiones fundamentalmente mercantilistas de los servicios públicos sino en el consentimiento tácito y la apatía de una sociedad (y de unos profesionales) que mira (que miramos) para otro lado. En nuestras manos todavía se encuentra mirar hacia el lugar correcto, al menos en lo que se refiere a nuestras bibliotecas.
Colectivo de Técnicos Auxiliares de Bibliotecas del Ministerio de Cultura
Arce Trujillo, Pedro de
Barrio Íñigo, María Cruz
Blanco Rodríguez, Fernando del
Corbella Postigo, José Antonio
Díaz Sánchez, Angeles
Díez Fuentes, María Teresa
Donate Castro, Javier
Escribano Sierra, Juan Bautista
Fernández Bastida, Elena
García Carrascosa, Amparo
García García, Rosa María
García López, Guillermo
Gómez Martínez, M. Eva
Jiménez Montero, Martín
López Redondo, Gloria
Martínez López, Montserrat
Mato López, José María
Molina Castellana, Sonia
Ortiz Ballesteros, Consuelo
Pavía Fernández, Javier
Peña Castellot, Gonzalo
Pérez Rodríguez, Manuel
Quintela Iglesias, Cristina
Redondo Ruiz, Pilar
Remiro Herranz, Mercedes
Sousa Carrera, M